sábado, 30 de noviembre de 2013

¿Quién o qué soy yo?

    Esta es una de las mayores preguntas que han surgido a la humanidad a lo largo de toda su existencia y cientos de filósofos se han dedicado a estudiar y explicar qué somos, cuál es nuestro origen, cual es nuestro destino, cuál es nuestro lugar en el Universo... Antiguamente se creía que el ser humano había sido creado por dioses que lo controlaban todo pero con los avances de la ciencia, las teorías evolucionistas y la evolución de una sociedad cada vez más culta y crítica han dejado esa tesis desfasada. Otras teorías defienden que los hombres somos autómatas, animales como el resto de las bestias, seres irracionales movidos por impulsos…

    Una respuesta que nos da la biología es que somos un cuerpo formado por millones de células y de organismos, 70% agua 30% elementos químicos como nitrógeno y carbono. Pero yo creo que somos algo más que lípidos, tendones y músculos. No somos superiores a ningún otro animal que pueble o haya poblado la Tierra pero somos algo más que un cúmulo de células; tenemos sentimientos, lenguaje, Razón, cultura, nos establecemos en sociedad…

    Los seres humanos, como animales que somos, podemos sobrevivir por nosotros mismos, cubriendo nuestras necesidades básicas pero precisamos de la sociedad para subsistir. Para reproducirnos y perpetuar la especie, ayudarnos mutuamente, desarrollar nuestras capacidades y satisfacer nuestros deseos. Precisamos de la sociedad para todo ello. Por lo tanto, para comprender el comportamiento y responder ante estas preguntas debemos analizar la sociedad. La tesis que me resulta más acertada es la que afirma que el hombre es un animal social. Somos lo que la sociedad hace de nosotros. Desde pequeños se nos educa de una manera determinada, que es la que forma nuestra moral y nuestro comportamiento. Según la época, el lugar, la evolución y la organización de la sociedad tendremos individuos completamente diferentes. Tiene también gran importancia el desarrollo del individuo en sí mismo, así pues dos hermanos gemelos que se crean en una sociedad prácticamente igual, pueden tener personalidades completamente diferentes debido a sus experiencias personales, sus recuerdos, sus ideas, sus gustos,  estos determinarán la forma de pensar y de actuar del individuo.

    Sin embargo, dentro de esta postura de animal social, que implica que el comportamiento no viene determinado genéticamente sino que se va construyendo y modelando como un alfarero hace con una pieza cerámica, Rousseau defiende una forma muy optimista de ver al hombre, pues defiende que somos bondadosos, nobles y generosos por naturaleza y es la sociedad la que nos hace ir por el mal camino, por lo que somos animales perfectamente corrompidos. Existen otras tesis o visiones, como la de Thomas Hobbes que defienden que el hombre es malo y egoísta por naturaleza pero, los bebés, por ejemplo, carecen de maldad alguna, no conocen el egoísmo o la indiferencia sino que es cuando empiezan a relacionarse con otros individuos (normalmente con otros niños de su edad) cuando adoptan estos comportamientos o estas formas de ser como maniobra de defensa. Por lo tanto, como menciona Hobbes en Leviatán, ‘’homo homini lupus’’, ‘’el hombre es un lobo para el hombre’’, es la vida en sociedad la que nos corrompe, desde que somos pequeños.

    Pero, así como las experiencias y la relación también influye la cultura que comparte la sociedad, la forma en la que está distribuida la riqueza, por ejemplo en una sociedad capitalista en la que unos tienen mucho más que otros, puede llevar a que mucha gente para llegar a alcanzar ese nivel o simplemente sobrevivir necesite robar, prostituirse, etc. Mientras que una sociedad en la que todos los miembros sean iguales y nadie tenga ni sea más que nadie sea una sociedad más justa en la cual es más sencillo fomentar esa faceta de bondad y generosidad natural que nos define como humanos. Otro filósofo muy crítico con la sociedad y la forma en la que esta afecta a la moral del individuo fue Karl Marx, filósofo y economista alemán del siglo XIX el cual defiende que ‘’somos lo que la sociedad hace de nosotros’’ y critica fuertemente a la sociedad capitalista, la cual nos aliena y nos fuerza a trabajar en profesiones que no nos gustan y debemos hacerlo para poder sobrevivir. Y, es esto lo que nos impide alcanzar la felicidad.

    En definitiva, el hombre es un ser social y es inevitable que la sociedad le corrompa ya que el hombre no puede vivir de otra forma que no sea así. Pero, en nuestras manos está la organización de una sociedad más justa en la que se fomente la generosidad, la solidaridad, el altruismo y la empatía con el resto de individuos, potenciando esta faceta de nuestro ser e intentando corrompernos en la menor forma posible para poder tener una vida plenamente grata y feliz.       


                                                                                                                                          Águeda

jueves, 31 de octubre de 2013

El más allá.

El más allá:


¿Qué ocurre con nuestro alma después de morirnos?¿hay algo más después de la muerte? si es así,¿qué hay? si no, ¿ya está? ¿se acaba ahí?; muchas son las preguntas que nos sugiere el hecho de morirnos. Que nuestro alma, nuestra razón, nuestros recuerdos y nuestros sentimientos desaparezcan para siempre es algo inconcebible para nuestro cerebro. Como también la muerte de nuestros seres queridos y resto de personas que nos rodean. Ante este hecho, muchas culturas y religiones como la cristiana o la islámica, prometen que en el momento en el que morimos, nuestro alma viaja a un lugar donde estará feliz y en eterno descanso como el Paraíso,el Jannat, el Nirvana..

Muchas personas afirman tener poderes para contactar con el mundo de los muertos, poderes sobrenaturales, como los magos y hechiceros en el mundo bárbaro, poderes para poder hablar y entenderse con personas ya fallecidas. Estos magos afirman que en nuestro mundo, convivimos con algunas almas o espíritus de las personas que algún día vivieron en él, con los que es posible contactar.
Mucha gente, dolida por el sentimiento de la pérdida de un ser cercano, acuden a estos ''magos'' para contactar con sus seres queridos. Al igual que personas, también existen numerosos rituales. Uno de los más conocidos es la güija, un tablero con letras y números sobre el que se desplaza un vaso y dependiendo las letras o números en las que se pose el vaso, se construyen las palabras que el espíritu desea transmitir.  


Desde mi punto de vista, después de la muerte no hay nada, se acaba y no hay más, al fin y al cabo el ser humano es un ser vivo más, es triste, y ojalá me equivoque pero dentro de todo este mundo de espiritismo y más allá hay bastantes intereses en juego, mayormente dinero, ya que las sesiones de mediums y paranormalidad en general tienen gran tirón televisivo e impacto en la sociedad ya que se escapan de nuestra capacidad racional, pero, hasta que no se demuestre lo contrario, dentro de todo este mundo paranormal creo que hay muy pocas cosas que no puedan ser explicadas desde un punto lógico y racional.
                                                                                                     

                                                                                                                                       Águeda